Había una vez, siendo Menem presidente y María Julia Alsogaray Secretaria de Medio Ambiente (1996), se ilustraba al país un prometedor futuro a raíz de la soja transgénica: se decía que con ésta se reduciría el consumo de agroquímicos (SIC: ¡sabiendo justamente que la producción de la soja transgénica tiene como finalidad la aplicación del glifosato sobre ella!) y se detendría el avance de la frontera agropecuaria.
Pasada más de una década, la realidad es otra: todos hemos visto en las noticias que la frontera agropecuaria avanzó sobre los bosques, se aumentó el uso de agroquímicos, y casi la totalidad de lo que se produce es alimento para ganado de otros países).
Se calcula que en nuestro país hay alrededor de 32 millones de hectáreas de uso agrícola, de las cuales la soja ocupa un 64% de la superficie cultivable total.
Otro dato: por cada 50 ha se puede sacar hasta $95.000 de renta anual. Y no sólo los agricultores obtienen beneficio de ello. Es sabido que en Santa Fe (una de las provincias que forman parte de lo que se conoce como "Cinturón Sojero"), de los 19 miembros del Senado 14 de ellos le agradecen a la soja transgénica sus grandes regalías, despreocupándose totalmente del entorno ecológico y de las consecuencias del monocultivo. Es que en realidad, tanto productores de soja como gobiernos y empresas productoras de las semillas transgénicas prefieren una potente rentabilidad a corto plazo que una sustentabilidad ambiental y económica a largo plazo. Sin embargo, ¿de qué vivirán una vez que se haga imposible la producción de este cultivo debido a las consecuencias que hoy no se tratan?.
Otro dato desalentador es que la producción de este tipo de soja aumentó y sigue aumentando en detrimento de los cultivos de arroz, maíz y girasol en más de un 44%, 26% y 34% respectivamente; y se cerraron el 30% de los tambos. Esto es un factor negativo, puesto que monopoliza la producción nacional y, como todos sabemos, se produce un desgaste de los minerales del suelo que es irrecuperable, haciendo que las tierras en las que hoy se cultiva soja trangénica se tornen infértiles para dentro de un par de décadas.
La soja transgénica en números
- ¡Este cultivo requiere alrededor del 46% del total de pesticidas utilizados por los agricultores!
- Con la introducción de este cultivo, sólo entre 1998 y 2002 el área de bosques en el país disminuyó en más de 900.000 ha. Tal es así que ya perdimos en Argentina el 70% de nuestros bosques nativos, porcentaje que va en aumento. Si bien tenemos un cierto ordenamiento territorial impartido por la Ley de Bosques (sancionada en 2007 gracias al esfuerzo de algunas ONGs y a la presión pública de más de 1 millón y medio de argentinos) todavía existen ciertos incumplimientos.
Por todo esto, la soja debe ser aún hoy un debate que nos involucre a todos.